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lunes, 22 de octubre de 2012

Las Fracturas Hidráulicas o Fracking empiezan a causar desastres "no-naturales". Lorca es un ejemplo.



Primero definiremos que es una Fractura Hidráulica o Fracking.
La fractura hidráulica (comúnmente conocida en inglés como hydraulic fracturing o fracking) es una técnica para posibilitar o aumentar la extracción de gas y petróleo del subsuelo. 

El procedimiento consiste en la inyección a presión de algún material en el terreno, con el objetivo de ampliar las fracturas existentes en el sustrato rocoso que encierra el gas o el petróleo, y favoreciendo así su salida hacia el exterior. Habitualmente el material inyectado es agua con arena y productos químicos, aunque ocasionalmente se pueden emplear espumas o gases.

Se estima que esta técnica está presente en aproximadamente en el 60% de los pozos de extracción actualmente en uso. Debido al aumento del precio de los combustibles fósiles, que ha hecho económicamente rentables estos métodos, se está popularizando su empleo en estos últimos años, especialmente en los EE. UU.

Existe una gran controversia sobre el peligro medioambiental derivado de esta técnica, pues además de un enorme consumo de agua, es habitual que junto con la arena se incluyan multitud de compuestos químicos, cuya finalidad es favorecer la fisuración o incluso la disolución de la roca, y que podrían contaminar tanto el terreno como los acuíferos subterráneos. 
A este respecto, la NGSA (asociación norteamericana de suministradores de gas natural) afirma que no se ha confirmado ningún caso de contaminación de acuíferos hasta la fecha.

Historia.
Las inyecciones en el subsuelo para favorecer la extracción de petróleo se remontan hasta 1860, en la costa este norteamericana, empleando por aquel entonces nitroglicerina. En 1930 se empezaron a utilizar ácidos en lugar de materiales explosivos, pero es en 1947 cuando se estudia por primera vez la posibilidad de utilizar agua. Este método empezó a aplicarse industrialmente en 1949 por la empresa Stanolind Oil. 

Junto con el agua se incluye una cierta cantidad de arena para evitar que las fracturas se cierren al detenerse el bombeo, y también se añade en torno a un 1% de aditivos,3 compuestos por hasta 500 productos químicos,cuya función es potenciar la efectividad de la fractura.

En EE. UU. se estima que la generalización de este método ha aumentado las reservas probadas de gas cerca de un 40% en cuatro años.3
Hasta 2010, se calcula que se han realizado 2,5 millones de fracturas hidráulicas en todo el mundo.
En Europa no existe una regulación específica sobre la técnica del fracking. Un informe del Parlamento Europeo recomienda su regulación y que se hagan públicos los componentes que se emplean en los pozos de perforación. El parlamento búlgaro prohibió su uso a principios de 2012.

En España el Ministerios de Industria y comunidades autónomas como el Pais Vasco o Castilla y León están concediendo permisos de investigación, pese a la disconformidad de diversas organizaciones.



Repercusiones en el medio ambiente.

Las principales repercusiones posibles son la emisión a la atmósfera de contaminantes, la contaminación de aguas subterráneas debido a los flujos incontrolados de gas o fluidos causados por erupciones o derrames, la fuga de fluidos de fracturación y el vertido incontrolado de aguas residuales. Los fluidos de fracturación contienen sustancias peligrosas y su reflujo contiene además metales pesados y materiales radiactivos procedentes del depósito.

Las experiencias obtenidas en los Estados Unidos muestran que se producen numerosos accidentes que pueden dañar el medio ambiente y la salud humana. Entre un 1 y un 2 % de los permisos de perforación violan las obligaciones legales. Muchos de estos accidentes se deben a una manipulación incorrecta del equipo o a fugas de este. Por otra parte, cerca de los pozos de gas se ha registrado contaminación de aguas subterráneas con metano, que en casos extremos pueden provocar la explosión de edificios residenciales, así como con cloruro de potasio, que provoca la salinización del agua potable.

Otra repercusión inevitable de la extracción de gas de esquisto es un alto índice de ocupación de tierra debido a las plataformas de perforación, las zonas de aparcamiento y maniobra para camiones, equipos, instalaciones de procesamiento y transporte de gas, así como las carreteras de acceso.


la noticia de hoy es que la mano del hombre, a través de la explotación de la capa freática, contribuyó a que se desencadenara el devastador seísmo que asoló la localidad murciana de Lorca en mayo del pasado año, y también en la magnitud del terremoto.

Al menos así lo recoge un estudio publicado en «Nature Geoscience» en el que un equipo de científicos liderado por el español Pablo González, del departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Ontario Occidental (Canadá), analizó por satélite la deformación del terreno causada por el temblor y recrear en una simulación el movimiento de la falla.

Los expertos concluyen que la pérdida de agua por la progresiva extracción subterránea para el suministro doméstico perturbó la corteza terrestre de la falla. Esto, afirman, fue suficiente para provocar una fractura en la roca, lo que a su vez indujo el terremoto, que tuvo una magnitud de 5,1 grados y causó también más de 300 heridos y graves destrozos en el pueblo murciano.

Los expertos comprobaron que la pauta del movimiento de la falla guarda correlación con los cambios en la corteza terrestre causados por un descenso de 250 metros del nivel de agua natural subterránea por las extracciones desde los años 60.

Esta correlación, sostienen, implica que los cambios en el terreno inducidos por la acción humana «contribuyeron a causar el terremoto de Lorca y también influyeron en el alcance de la ruptura de la falla», lo que determinó la magnitud del seísmo ocurrido el 11 de mayo.

Una explicación plausible
«Concluimos que los datos presentados y los resultados del modelo son consistentes con un proceso de descarga de agua subterránea de la corteza, lo que proporciona una explicación plausible para la pauta de movimiento observada en la falla», escriben los científicos, según recoge Efe. Esto confirma que «las actividades antropogénicas pueden influir en cómo y cuándo ocurren los terremotos», aseveran.

En un artículo paralelo, Jean-Philippe Avouac, profesor en el California Institute of Technology de Pasadena (EEUU), advierte de que «hay que permanecer alerta a las perturbaciones causadas por la acción humana», ya que «sabemos como iniciar terremotos, pero aún estamos lejos de saber cómo controlarlos».




Fuente:    sabiens

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